De camino a Cuenca una llamada del equipo gallego nos traía malas noticias, el río había subido de caudal y las cristalinas aguas del río Cabriel se habían tornado en un color arcilloso, debido a la incesante lluvia que había caído durante toda la noche. A todo el equipo se nos paso por la mente la situación que vivimos el año anterior en el río Segre, aunque no teníamos todas las esperanzas perdidas.
Al llegar al hotel dejamos todos los trastos en las habitaciones y bajamos al bar a tomar unas cervezas. Nada más entrar por la puerta nos encontramos de frente al equipo gallego con el que tenemos muy buena relación tomándose unos orujos... y después de los saludos y abrazos... vinieron los comentarios sobre el estado del río que no era nada bueno según ellos, que eran los que lo habían pescado ese mismo día.

El primer tramo que vimos fue el sector superior en el que el río aunque bajaba tomado parecía ser pescable, en cambio al llegar a uno de los sectores centrales la cosa cambiaba y se reflejaban con total exactitud las explicaciones de los gallegos.

